Leccion 5 Sábado 5 de noviembre


JONAS, EXCUSAS PAR A ELUDIR LA MISIÓN

El  profeta de Dios, fue llamado para predicar contra la maldad de Nínive, una ciudad conocida por su perversidad. Sin embargo, en lugar de obedecer, Jonás huyó en la dirección opuesta hacia Tarsis, en el sur de España, evitando su responsabilidad. Esta desobediencia plantea la pregunta de por qué un hombre de Dios como Jonás tomaría tal decisión.

En contraste con Abraham, que obedeció la llamada de Dios sin cuestionarla, Jonás parece reacio a cumplir su misión. A pesar de que Nínive era infame por su maldad, Dios lo había llamado, de manera similar a como lo hizo con Abraham en el caso de Sodoma y Gomorra. Sin embargo, Jonás no mostró la misma disposición que Abraham.

El ejemplo de Jonás nos enseña la tendencia humana a poner excusas para evitar cumplir con nuestra misión o responsabilidad, incluso cuando recibimos un llamado divino. Esto resalta la importancia de la obediencia y la confianza en la voluntad de Dios, incluso cuando enfrentamos desafíos o temores en el camino.

 NUESTRAS EXCUSAS: MIEDO

Los versículos de Nahum 1:1, 3:1-4, 2 Reyes 17:5-6 y 19:32-37 revelan la relación entre Nínive y Asiria, así como su influencia en la decisión de Jonás de huir a Tarsis. Nínive era la capital del reino asirio y una de las ciudades más grandes y poderosas del mundo antiguo. Los asirios eran temidos por su crueldad y violencia, y su expansión territorial los llevó a confrontar a Israel.

La relación entre Asiria e Israel implicó conflictos y conquistas. Los asirios tomaron el Reino del Norte de Israel, como se menciona en 2 Reyes 17:5-6, lo que generó una animosidad hacia los asirios por parte de los israelitas. Esto influyó en la decisión de Jonás de evitar ir a Nínive, ya que temía a este poderoso enemigo.

Nínive era una ciudad magnífica en términos de tamaño y construcción, pero su reputación por la crueldad de los asirios y su maldad era notoria. Esta combinación de poder y brutalidad generó un profundo temor en Jonás, quien, como profeta de Dios, se sintió inseguro al enfrentar a esta ciudad. A pesar de su misión divina, el miedo lo llevó a huir en la dirección opuesta.

La historia de Jonás nos sirve como recordatorio de cómo el miedo puede interponerse en el cumplimiento de las instrucciones de Dios. En lugar de ser guiados por Dios, a menudo permitimos que nuestros temores nos controlen, impidiéndonos cumplir nuestras responsabilidades y misiones.

Recodemos que el miedo no es un don de Dios, lo consideramos como  una consecuencia del pecado y que puede ser vencido por la fe en Jesucristo. El miedo puede ser usado por Satanás para apartarnos de Dios.

NUESTRAS EXCUSAS: CONCEPTOS FALSOS

Los versículos mencionados en Jonás 2:1-3 y 7-10 revelan cómo Jonás comenzó a comprender la providencia de Dios mientras estaba en el vientre del pez y después de ser vomitado en tierra firme. A pesar de huir de su territorio familiar, Jonás aprendió que Dios sigue siendo soberano en cualquier lugar y situación. Reconoció que todo, desde el viento y las olas hasta las criaturas marinas, estaba bajo el dominio de Dios. Esto llevó a un cambio profundo en su corazón, y Jonás confesó su culpa y fue salvado.

Este pasaje nos enseña que nuestras propias concepciones erróneas sobre Dios y su obra pueden obstaculizar nuestra obediencia a su llamado a la misión. Dos conceptos errados comunes son:

  1. Enfoque en la propia salvación: A menudo, malinterpretamos la misión como un esfuerzo para alejarnos del mundo malvado que nos rodea y centrarnos en nuestra propia salvación. Sin embargo, el énfasis debe ser en llevar las bendiciones y la esperanza de Dios a quienes lo necesitan.
  2. Creer que el éxito depende de nosotros mismos: A veces, asumimos una responsabilidad excesiva en la obra de salvación, creyendo que somos los "salvadores". En realidad, nuestro papel es cooperar con Dios en su obra salvífica. Solo Dios puede transformar los corazones y atraer a las personas hacia Él.

Para permitir que Dios gane almas a través de nosotros y nuestro testimonio, debemos reconocer nuestra limitación y confiar en la soberanía de Dios. Debemos ser instrumentos de su gracia y amor, sembrando semillas de verdad y confiando en que Dios es quien transforma los corazones. Nuestra tarea es ser fieles testigos y reflejar la luz de Dios en un mundo necesitado.

NUESTRAS EXCUSAS: LA INCONVENIENCIA

La experiencia de Jonás en el vientre del gran pez fue una lección impactante sobre el amor y la misericordia de Dios. A pesar de esta experiencia, Jonás no había internalizado completamente el mensaje de amor de Dios, pero aún así obedeció y fue a Nínive.


Al leer Jonás 3, vemos que la respuesta de la gente a la predicación de Jonás fue asombrosa: se arrepintieron. Esto nos enseña importantes lecciones sobre la testimonio:

  • Dejar de lado prejuicios: Jonás superó sus sentimientos personales hacia los ninivitas y predicó lo que Dios le comunicó. A veces, nuestros prejuicios nos impiden acercarnos a personas o grupos que consideramos diferentes. La misión requiere humildad para superar estos prejuicios.

  • Sacrificio personal: La obra misionera implica invertir tiempo y energía emocional en la vida de los demás, lo que puede ser agotador. En un mundo estresante, ofrecer apoyo emocional puede parecer un sacrificio, pero es esencial para compartir el amor de Dios.

  • Recursos financieros: La misión a menudo implica gastos, ya sea para ayudar a las personas, comprar materiales de evangelización o financiar servicios para dedicar más tiempo a la obra misionera. Esto requiere un cambio en la forma en que consideramos el dinero.

A pesar de las deficiencias de Jonás, Dios obró poderosamente para llevar a los ninivitas al arrepentimiento. Sin embargo, Jonás no compartió la bendición del gozo celestial debido a su falta de comprensión de la misericordia de Dios.

Para aplicar estas lecciones en nuestras vidas, debemos estar dispuestos a sacrificar nuestros prejuicios, tiempo, energía emocional y recursos financieros en la misión de compartir el amor de Dios con los demás. Confiar en que Dios cumplirá su promesa de enriquecer nuestras vidas a través de estos sacrificios es fundamental para la obra misionera.

NUESTRAS EXCUSAS: CONFRONTACIONES INCÓMODAS

La oración de Jonás en Jonás 4:2 es ciertamente una reflexión profunda. Sin embargo, a medida que avanzamos en Jonás 4, descubrimos que Jonás estaba lidiando con un conflicto interno muy profundo.

Jonás sentía un odio intenso hacia el pueblo de Nínive y deseaba que Dios los castigara, esperando que se convirtieran en una nueva Sodoma y Gomorra. Cuando esto no ocurrió y Dios mostró misericordia hacia Nínive, la cosmovisión de Jonás se sacudió. Su enojo y desilusión se dirigieron no hacia Dios, sino hacia una planta que Dios hizo crecer para proporcionar sombra.

La reacción de Jonás a la muerte de la planta, su enojo y su deseo de morir revelan cuán distorsionada estaba su visión del mundo y su comprensión de la misericordia de Dios. Dios lo confrontó a través de esta experiencia, ayudándolo a reconocer su propio enojo y su falta de compasión por las miles de personas en Nínive.

La historia de Jonás nos deja con una pregunta importante: ¿cómo respondemos a la preocupación de Dios por los malvados y aquellos que aún no han sido alcanzados alrededor del mundo? La historia con final abierto nos desafía a reflexionar sobre nuestra propia compasión, prejuicios y comprensión de la misericordia de Dios. Nos recuerda que, al igual que Jonás, podemos necesitar un cambio profundo en nuestra visión del mundo y en nuestra actitud hacia quienes necesitan la gracia y el amor de Dios.

AQUÍ ESTOY, ENVÍAME A MÍ


La historia de Jonás es realmente sorprendente y nos recuerda que nuestro papel como mensajeros de Dios es ser canales de su amor y gracia. Dios busca voluntarios dispuestos y humildes que sigan sus instrucciones y entreguen su mensaje.

El pasaje de Isaías 6:1-8 nos presenta la idea central de que Dios está buscando voluntarios dispuestos para su servicio. Isaías experimenta una visión de la majestuosidad y la santidad de Dios, y al escuchar la voz divina que pregunta: "¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?", Isaías responde con humildad: "Aquí estoy; envíame a mí".

Este pasaje resalta la importancia de someterse al liderazgo de Dios, escuchar su voz y estar dispuestos a obedecer su llamado. Así como Isaías respondió al llamado de Dios, también somos llamados a ser mensajeros dispuestos a llevar el mensaje de esperanza a quienes necesitan escucharlo en medio de la agitación y las dificultades de la vida.

La historia de Jonás y la experiencia de Isaías nos desafían a considerar nuestra propia respuesta al llamado de Dios. ¿Estamos dispuestos a decir: "Aquí estoy, envíame a mí"? La misión de llevar el mensaje de esperanza a un mundo necesitado es una responsabilidad que Dios confía a aquellos dispuestos a ser sus mensajeros.

Conclusion.

La lección de la historia de Jonás y el llamado de Isaías se aplica de manera relevante en el contexto actual. Aquí hay algunas formas de aplicar estas lecciones y superar las excusas que a menudo ponemos para la misión de Dios:

Humildad y obediencia: Reconocer nuestra necesidad de humildad y obediencia al llamado de Dios. Debemos estar dispuestos a escuchar su voz y obedecer sus instrucciones, incluso si nos sentimos incómodos o temerosos.

Superar prejuicios: Identificar y superar los prejuicios que puedan impedirnos acercarnos a personas o grupos que consideramos diferentes. La misión de Dios es para todos, sin importar su trasfondo, y debemos estar dispuestos a compartir su amor sin prejuicios.

Sacrificio personal: Comprender que la obra misionera a menudo implica sacrificio personal, ya sea en términos de tiempo, energía emocional o recursos financieros. Estar dispuestos a invertir en la vida de los demás y preocuparnos sinceramente por sus necesidades.

Comprender la misericordia de Dios: Reflexionar sobre la misericordia de Dios y su deseo de alcanzar a las personas en medio de un mundo agitado y caótico. Entender que nuestro papel es ser canales de su amor y gracia, y que solo Dios puede transformar los corazones.

Responder al llamado de Dios: Estar dispuestos a responder al llamado de Dios a ser mensajeros de esperanza en un mundo necesitado. Como Isaías, decir: "Aquí estoy; envíame a mí". Buscar oportunidades para compartir el mensaje de amor y salvación de Dios en nuestro entorno y más allá.

Comentario Por. Bullón



Renaciendo en la Esperanza

Sara  una mujer cristiana adventista que vivía en una ciudad agitada. La pérdida de su esposo en un trágico accidente de tráfico había sacudido su fe y la había sumido en una profunda desesperación. Aunque había crecido en una familia que siempre confió en Dios, la oscuridad de su pérdida parecía impenetrable.

Un día, mientras caminaba sin rumbo por la ciudad, Sara se cruzó con un pequeño anuncio en una iglesia local: "Grupo de Apoyo para Aquellos que Buscan Esperanza en la Adversidad". Decidió asistir, no con muchas expectativas, pero sintiendo que tenía que hacer algo.

En la iglesia, conoció a Elena, una voluntaria apasionada que había enfrentado sus propias pruebas en la vida. Elena le habló a Sara sobre la importancia de mantener la fe, incluso en los momentos más oscuros. Le recordó el versículo de Jeremías 29:11 que dice: "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis".

Sara comenzó a asistir al grupo de apoyo y, a través de las conversaciones y las oraciones, encontró consuelo y esperanza. Compartió su historia de pérdida y su lucha por comprender por qué Dios permitiría tal tragedia. Los miembros del grupo la alentaron a estudiar las Escrituras y a orar por fortaleza y entendimiento.

Un día, mientras leía su Biblia en busca de respuestas, Sara encontró el pasaje de 2 Corintios 1:3-4: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios".

Este versículo la impactó profundamente. Comprendió que su propia experiencia de sufrimiento la había preparado para ayudar a otros que enfrentaban adversidades similares. Se dio cuenta de que Dios no la había abandonado, sino que la estaba equipando para llevar esperanza a quienes la necesitaban.

Con el apoyo de su nuevo grupo de amigos y su renovada fe, Sara se convirtió en una inspiración para otros que buscaban esperanza en medio de la adversidad. Su experiencia de pérdida y restauración se convirtió en un testimonio poderoso de la obra sanadora de Dios en la vida de las personas.

A través de esta historia, Sara redescubrió su fe y su propósito en servir a otros, recordando la importancia de confiar en Dios incluso en los momentos más oscuros. Su grupo de apoyo y su fe adventista la guiaron en su viaje hacia la esperanza y la restauración, y ahora ella ilumina el camino de quienes buscan la luz en la adversidad.

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